
Un viandante con memoria crítica
El 16 de julio de 2023, alzamos la voz desde esta misma tribuna con la esperanza de rescatar la dignidad de una plaza que lleva el nombre de Sixto Minier—ícono espiritual, musical y fundador de la Cofradía de los Congos del Espíritu Santo en Villa Mella.
El llamado era claro: desarrabalizar el entorno que profanaba con caos y abandono un espacio que debía ser sagrado. Hoy, un año después, la plaza fue intervenida e inaugurada…pero la arrabalización persiste.
El acto de inauguración, aunque festivo y esperanzador, nos deja una pregunta incómoda: ¿basta con cortar cintas si las paradas de conchos siguen obstruyendo el acceso al parque? La alcaldesa cumplió la primera parte del llamado—las obras civiles se ejecutaron—pero el componente político de reordenamiento vial y ocupación legal de nuevos espacios sigue sin activarse.
Una verdadera reivindicación exige un acuerdo tripartito entre el gobierno central, el Ayuntamiento de Santo Domingo Norte y los transportistas. Sin esa voluntad de pacto, la plaza corre el riesgo de convertirse en un decorado ceremonial más que en un espacio funcional para la ciudadanía.
La intervención física ha sido significativa: nuevos pisos, luminarias y señalización. Sin embargo, la experiencia urbana continúa deteriorada por la anarquía vial. Las paradas informales de autobuses, carros públicos y motoconchos se mantienen en torno a la plaza y sobre la avenida Hermanas Mirabal, vulnerando no solo la estética del entorno, sino también la seguridad de los peatones.
Urge reubicar estos puntos de transporte hacia espacios diseñados para ello, como el solar contiguo a la estación Mamá Tingó. Esa solución no solo es viable en términos técnicos—por espacio y accesibilidad—sino que permitiría liberar la plaza para el verdadero uso comunitario que honra a Sixto Minier.
La Plaza Sixto Minier debería ser el epicentro de la identidad de Villa Mella. No basta con decorarla; hay que garantizar que los vecinos puedan apropiársela. Actividades como salves, palos, talleres de percusión y ceremonias del Espíritu Santo deben ocupar regularmente este lugar, con apoyo institucional y planificación cultural.
El desorden vial y comercial que la rodea afecta sobre todo a los transeúntes, ancianos, estudiantes y cultores. Si el Estado ha decidido rendir homenaje a un rey espiritual, debe actuar como tal: con justicia, visión y firmeza. No se honra a Sixto Minier si se impide que el pueblo camine hacia él.
La pelota sigue en la cancha municipal. Una plaza con nombre ilustre merece gobernanza, orden y cultura viva. Y los ciudadanos merecemos más que monumentos: merecemos coherencia entre lo que se inaugura y lo que se transforma.