Ana Moya es la madre de Oliver Dioneiby Méndez Moya, de 19 años, quien fue tiroteado por desconocidos el 27 de septiembre de 2023, cuando salía de recibir clases
Con lágrimas y su voz entrecortada, Ana Moya cuenta cómo se enteró de que hasta ahora desconocen quiénes mataron a su hijo para asaltarlo.
Ana Moya es la madre de Oliver Dioneiby Méndez Moya, de 19 años, quien fue tiroteado por desconocidos el 27 de septiembre de 2023, cuando salía de recibir clases en el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep), en la avenida Estrella Sadhalá en Santiago.
La madre narra que estaba en Santo Domingo, lista para acostarse, ya que al día siguiente estaría en un taller con unos jóvenes, pero tenía por costumbre que hasta que su hijo no llegaba a su casa y le escribía o la llamaba, no estaba tranquila.
“Ya cuando él me decía mami estoy acostado o mami llegué a la casa, ahí estaba tranquila y le daba las gracias al Señor”, cuenta Moya.
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Explica que su hija la llamó y le dijo: “Mami nosotros vamos al hospital, nos fueron a buscar que Dioneiby cuando venia del Infotep le dispararon”.
Entonces cuando ella le dijo así, la madre se quedó esperando, porque pensó que pudo haber sido en cualquier parte del cuerpo.
Aún la llamada seguía en pie cuando llegaron al hospital; según relata, al parecer el seguridad no los quería dejar pasar mientras que la hija le exhortaba al seguridad que dejara pasar al padre, entonces el padre, Juan Carlos, logró entrar y la madre a través de la llamada escuchó que decía: “Mi hijo no, Dioneiby no”. Luego se colgó la llamada. Por los gritos de todos se dió cuenta que su hijo murió.
Moya expresa que ha sido un momento muy difícil en su vida, y más porque su hijo solo tenía 6 meses que se había mudado de la casa de sus padres.
Oliver Méndez Moya, el joven que fue abatido a tiros, por dos presuntos atracadores para robarle su pasola, cumplió este 26 de noviembre un año y dos meses de muerto, y aún no se ha resuelto su caso.
El caso ocurrió el 26 de septiembre del 2023, a las 8:30 pm aproximadamente, donde salía del Infotep junto a un compañero que por razones de privacidad se omite el nombre.
Estos fueron interceptados en la avenida Joaquín Balaguer próxima al puente seco. Cuando el compañero iba conduciendo la pasola de Méndez, fueron parados por los asaltantes e inmediatamente el compañero entregó la pasola, pero al Oliver, al no desmontarse, los asaltantes sin pensar dos veces cometieron el hecho, según cuenta su progenitora.
Según informaciones de la madre, su hijo dejó una bebé en ese entonces de dos meses, “Por eso paró la universidad para ponerse a trabajar”. Oliver estudiaba en Infotep mecánica industrial, y en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) licenciatura en enfermería, pero en ese período estaba inactivo para poder trabajar y así sostener a su familia.
“No le robaron nada, solo lo mataron”, indica Moya, con impotencia en sus ojos. Su mujer, cuyo nombre es omitido por motivo de privacidad, en esos momentos no estudiaba, pero ahora se encuentra activa en sus estudios y actualmente laborando.
Oliver era mellizo y tenía 3 hermanos, de los cuales solo hay una hembra. Cuenta la madre que estos la pasaron muy difícil, ya que todos han sido muy undios. “Eran los mejores amigos, hermanos y todo”, ahora su hermano nacido en el mismo parto estudia Ingeniería Civil, en la UASD y en su tiempo libre empaca en los supermercados.
Su madre, quién es licenciada en Orientación Académica, dice que el caso está a cargo del fiscal Miguelín Rivas, en la fiscalía de Santiago; y que el Wilandy Sarita es un abogado que se ofreció a ayudarlos, pero que se ha ausentado sin alguna razón aparente.
“El caso está estancado y no hay avances porque no hay interés, y según el testigo no dice nada. Como comprenderás no han seguido investigando nada, y a nosotros tampoco nos orientan de nada nuevo”, menciona su madre, quien quiere que le den seguimiento a su caso.
Explica que ya su niño tiene un año así, y no era un chico de la calle, “jugaba sóftbol en Cienfuegos la satélite en el estadio, y casi en todos los plays desde muy pequeñito, de 4 a 5 años ya jugaba”, cuenta que su hijo era reconocido por acciones buenas y por ser trabajador.
“Para definírselo en una palabra, mi hijo era un amor en todo el sentido de la palabra. El amor que viene de un hijo hacia una madre, un familiar, un amigo, sus hermanos, ese amor puro, sano, sincero. Ese amor que solo se compara con el amor de Dios”, así habla la madre de su "pequeño", quien asegura que nada le va a devolver a su hijo.
Peligro en las calles
"Hay que vivirlo…"
Lamento.
“Es algo que hay que vivirlo para tú saber qué se siente, porque es algo que tú no lo esperas. Tú no tienes tu mente tranquila porque sabes que él está en la calle. como está la sociedad, los hijos están en un peligro constante”, así narra Ana Moya sobre el crimen de su hijo y el dolor porque todavía las autoridades no dan con el responsable de su muerte.